Vecina de Quillota denuncia que trabajador habría lanzado producto químico a su perro

Publicado el at 18/03/2020
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“Doky” debió ser sometido a un baño especial para sacarle el aditivo para cemento que se había adherido a su piel

QUILLOTA.- Eran cerca de las 13 horas del pasado martes 3 de marzo y en el hogar de Jéssica Acosta González, ubicado en el Pasaje 3 Nº 1020 de la Villa San Alberto, todo era normal. Ella se había ido a trabajar y en la vivienda solo quedó su hijo y su perro “Doky”, un mestizo de 10 años de edad.

A esa hora, una cuadrilla de trabajadores de la empresa Ingeniería y Construcción Augusto Gutiérrez Guajardo, que oficia como contratista de la sanitaria Esval estaba efectuando labores de reposición de pavimento en la vereda, justo frente a la casa de Jéssica.

Según relata ella, “mi hijo oyó que había unos maestros trabajando al frente de la casa y después salió, encontrándose con que la entrada de la casa estaba manchada con una sustancia de color amarillenta y el perro también estaba mojado con el mismo líquido. Los maestros seguían ahí y él les preguntó qué había pasado. Uno de ellos le dijo que lo disculpara, pero que se le había derramado el líquido”.

Sin embargo, según relata Jéssica, minutos antes, una de sus vecinas se asomó al oír que “Doky” ladraba insistentemente, instante en que uno de los trabajadores le preguntó si había alguien en la casa, pero en ese momento la mujer debió entrar a contestar el teléfono y, al regresar minutos más tarde, la entrada y el perro ya estaban empapados con la sustancia.

De acuerdo a lo que pudo recabar el hijo de Jéssica, el producto que había en su casa y en su perro se trataría de un aditivo para cementos denominado “Sika”, que se utiliza en construcción para mejorar la adherencia del hormigón.

“Después ellos se fueron y mi hijo llamó a Esval para hacer la denuncia y más tarde yo llamé a Carabineros, que vinieron a ver. Al día siguiente concurrí a Esval y a la Comisaría a estampar la denuncia”, relata la dueña de casa.

Por otra parte, “Doky” debió ser llevado a una clínica veterinaria, donde la profesional que lo atendió se contactó con el Centro de Información Toxicológica de la UC (Cituc), desde donde le confirmaron que el producto contiene elementos tóxicos para personas y animales.

Por esta razón, luego de inyectarle medicamentos para evitar las reacciones alérgicas, el animalito debió ser sometido a un baño especializado en otra clínica veterinaria, para quitarle las trazas del producto que ya se había endurecido sobre su pelaje y piel.

ESVAL

Contactada la empresa sanitaria Esval al respecto, respondieron en la voz del subgerente zonal, Gastón Placencio, quien manifestó que “entendemos la preocupación de la señora Jéssica y lamentamos lo ocurrido. Tenemos un firme compromiso con nuestro entorno y las comunidades donde ejecutamos nuestras obras, y en este caso solicitamos a nuestro contratista un informe detallado de la situación en base a lo indicado por la dueña del animal”.

Placencio agregó que “se nos indicó que la situación fue involuntaria, pero de todos modos instruimos a la empresa ofrecer el apoyo necesario y la limpieza de la zona afectada. Además, nos mantenemos a disposición de la señora Jéssica en caso de que tenga algún requerimiento adicional”.

Por otra parte, “El Observador” se comunicó telefónicamente con la empresa contratista a la que pertenecería la cuadrilla, desde donde declinaron entregar información.

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