¿Siguen vigentes los carteros en la actualidad?

Publicado el at 10/07/2019
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Marcelo Brito tiene tres décadas como cartero y aclara que, aunque casi nadie escribe cartas, se entrega más correspondencia que antes

LA CALERA.- Los tiempos han cambiado -para mejor, piensan algunos- y hoy la tecnología nos inunda por todos lados con una serie de plataformas para “comunicarse” de manera inmediata con amigos, familiares y amores. WhatsApp, Facebook, Instagram y correos electrónicos nos “acercan” a otras personas.

Todas esas tecnologías acabaron con el romanticismo de escribir una carta de puño y letra, con lápiz y papel, para alguien especial y querido. No. Hoy la “lleva” el escribir desde el celular, frases cortas y ahorrando hasta letras con palabras mal escritas.

Sin embargo, a pesar de todo lo anteriormente señalado, aún sobrevive en las calles de las ciudades, la figura clásica del cartero, aquel mensajero de buenas y malas noticias de antaño, y que se niega a desaparecer.

En La Calera hay 16 carteros. No son como el que retrató Antonio Skármeta en “Ardiente Paciencia” y que charlaba con el poeta Pablo Neruda y tampoco son como al que le cantaban The Beatles en los años sesenta. Son más de carne y hueso, y recorren toda la zona norte de la provincia.

Marcelo Brito Lobos, tiene 52 años, y 30 de ellos ha trabajado como cartero. Criado en pleno centro de La Calera, pues sus padres trabajaban en la ex Escuela 17- conoce la ciudad como la palma de su mano, pues de lunes a sábado, se monta en su bicicleta para repartir la correspondencia en la comuna.

Luego de estar dos años en la Infantería de Marina y de trabajar en las faenas mineras en el norte del país, apostó por una tradición familiar. Tíos y primos de Quilpué eran carteros, por lo que cuando lo llamaron por una posibilidad en Correos de Chile, no lo dudó.

De ese momento han pasado tres décadas, trabajó 17 años repartiendo cartas en Quilpué y lleva 13 en La Calera. “Esto de trabajar en la calle es divertido, uno puede comunicarse con la gente, trabajar al aire libre y hacer ejercicio”, señala Marcelo Brito.

Este cartero calerano, de entrada rompe con un mito. Aunque la gente escribe menos cartas, el trabajo en su profesión, ha aumentado. “Al contrario, tenemos más trabajo y repartimos más cartas. El tema es que son cartas de cobranza. La gente está encalillada y repartimos las cuentas. A través de nosotros llegan las cuentas de las casas comerciales o de compañía de teléfonos”, puntualiza, y da un ejemplo clarificador. “Cuando empecé en Quilpué éramos 16 carteros y cuando me vine a La Calera, habíamos 35 carteros. Eso es una señal”.

Los 16 carteros que hay en la oficina de Correos de Chile en La Calera, reparten la correspondencia en Nogales, El Melón, Hijuelas, La Calera y La Cruz. Los que no lo hacen en La Calera, cuentan con motos para el trabajo, mientras que lo locales, lo hacen en bicicletas eléctricas.

Un día normal de un cartero comienza a las 8:30 de la mañana. Luego viene el proceso de ordenar por calle la correspondencia que se le encarga, para salir a terreno cerca de las 11 horas. Aunque en su profesión, existe horario liberado, este cartero calerano explica que se trabaja repartiendo durante 12 ó 13 horas.

Se muestra orgulloso y feliz con su oficio, pues le ha permitido incluso recibir el cariño de gente que lo conoció de niño. De paso, confirma otro mito: el perro es el peor enemigo de los carteros. “Eso es verdad. Pareciera que la gente le enseña al perro que es uno el que lleva las cuentas. Una vez, un colega llegó a una casa que tenía una entrada larga. Al ingresar le hizo burla al perro, avanzó y no había nadie en el lugar y el perro no estaba amarrado. Tuvo que subirse a un árbol y esperar hasta que llegaran los dueños de casa”, relata entre risas.

Marcelo Brito comenta que la mayoría de la gente que lo conoce por años, lo invita a almorzar o en verano le ofrece sandía, pero por timidez no acepta. “Actualmente al mes, con suerte me tocará repartir una carta personal, el resto son cuentas de casas comerciales. Hoy lo más personal puede ser considerada la paquetería que viene desde China y que la gente compra por Internet”, señala.

“Antes era bonito. Llegaban las cartas perfumadas, con un beso marcado en el sobre, era divertido”, apunta este cartero calerano, que si bien añora el tiempo pasado, continúa su labor como el profesional que es, recorriendo varios kilómetros por diferentes lugares de la comuna.

 

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