MI BUENA NOTICIA: Se reencontró con el amor de su vida… 30 años después

Publicado el at 14/09/2018
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“Katta” y Francisco pololearon hace tres décadas y debieron renunciar a su relación, pero el destino les deparaba una sorpresa

LIMACHE.- Apenas 17 años tenía Carlina Amaro Araya -a quien le dicen cariñosamente “Katta”- cuando conoció al amor de su vida. Pero no iba a ser una historia fácil, pues hoy, a los 47 años, recuerda que hace treinta años ese era un pololeo sin futuro.

“Katta” y Francisco se conocieron en Los Laureles, pues él trabajaba justo frente a la casa de ella. “Miradas iban, miradas venían, un día empezamos a conversar y así se fueron dando las cosas”, cuenta ella. Pero los padres de entonces eran más conservadores y se opusieron a este incipiente pololeo que no llegó a prosperar.

Sin embargo, el amor que ambos sentían por el otro nunca murió. “Katta” cuenta que después de terminar ambos siguieron sus propios rumbos. Ella conoció a otro hombre en la escuela nocturna a la que asistía y “como que me fui olvidando de él, nos pusimos a pololear y me dediqué a trabajar y a estudiar para sacar mi educación media”, recuerda.

Pero ese pololeo tampoco fructificó y tiempo después, “Katta” conoció a quien se convirtió en su esposo por 22 años.

Sin embargo, durante todos esos años, ella no olvidó a Francisco. “Como Limache es chico, en cada actividad masiva que había yo lo buscaba. Lo veía de lejos, pero era solo eso, miradas, porque ambos estábamos casados y nada se podía hacer al respecto”, explica.

Incluso hubo largos períodos en que perdieron el contacto totalmente, pues él estuvo viviendo en Arica. “Pero en otras oportunidades nos buscábamos en la multitud, como que sabíamos que el otro iba a estar allí”.

Así pasaron 30 años, entre miradas a los lejos y recuerdos añejos. Pero este año todo cambió, pues un día ella vio con sorpresa que él le había enviado una invitación de amistad por Facebook. “En enero retomamos el contacto por Facebook, ambos nos habíamos separado y cuando vi su invitación volví a sentir mariposas en la guata”, dice ella emocionada.

Así volvieron, pero como amigos, salían, conversaban, pero “Katta” estaba en un trance difícil pues su mamá enfrentaba un cáncer. “Él fue mi apoyo en esos momentos, me acompañaba, me escuchaba, a pesar de que yo tenía miedo a sufrir de nuevo por amor”, dice.

A veces Francisco le hablaba a “Katta” de un amor que sentía por alguien y ella, comprensiva, le daba consejos para conquistar a ese amor esquivo. “No me imaginaba que él se refería a mí”, cuenta sorprendida y agrega que “un día dije que a mi nunca me iban a esperar con un corazón de pétalos en la cama, ni con velitas, ni nada romántico. Al tiempo, él arrendó una cabaña y cuando entré, había un corazón de pétalos de rosas en la cama, velas, un chocolate, y me dijo que estaba enamorado de mi y que nunca me había olvidado”.

Así, en julio partieron a Iquique y siguieron a Arica. “Yo aun no me convencía del todo, no quería perder mi libertad, pero cuando estábamos a los pies del Morro me pidió pololeo y le dije que si”, dice aun emocionada esta mujer que se reencontró con el amor de su vida… 30 años después.

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