Redes sociales, odio y poca comprensión  lectora: caldo de cultivo para la “posverdad” 

Publicado el at 15/01/2018
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Gustavo Rodríguez Catalán              Jefe de Informaciones

Parto diciendo que soy un fanático de las redes sociales, especialmente Facebook y Twitter, por todo el universo de relaciones humanas y laborales, además de la información infinita que nos entregan. Y todo, al alcance de nuestro celular. 

Para un periodista, que ama comunicar e informarse -y además, vive de ello- las RR.SS. pueden resultar apasionantes. Pero son también el caldo de cultivo donde mejor se evidencian grandes males de nuestra sociedad: la falta de comprensión lectora, la intolerancia, la polarización y la famosa “posverdad”, eufemismo creado para definir las mentiras disfrazadas de información. De manera ya no tan sorprendente, todas van encadenadas. 

Según un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE, de cuya pertenencia solemos hinchar el pecho, estamos entre los países con peor comprensión lectora de todos los que la integran. Dicho en cifras, el 53% de los chilenos entre 16 y 65 años prácticamente no entiende lo que lee, al punto de no saber seguir instrucciones escritas o interpretar las señales de un mapa. Como referencia, el promedio OCDE en este ítem es del 19%. 

Sobre la intolerancia y la polarización, son dos males de nuestra sociedad que están enquistados, por razones políticas, valóricas, educacionales y culturales. Qué decir de las pasadas elecciones presidenciales, la discusión del aborto en tres causales o la ley de identidad de género, que sacaron lo peor de lo nuestro en las redes sociales. 

Por ejemplo, leer las burlas y comentarios violentos hacia la actriz transgénero Daniela Vega, cuando estuvo a punto de ganar el Globo de Oro por su película “Una Mujer Fantástica”, deja en evidencia que a muchos en redes sociales les importó más lo que ella tenía entre las piernas al nacer, que la posibilidad de un logro histórico para el cine chileno. Aprovecho de desear que ojalá triunfe en los Óscar y se convierta en la primera mujer transgénero del mundo en ganar el premio a la Mejor Actriz. 

Finalmente, la “posverdad”, hechos falsos con características de verdad, que se divulgan por redes sociales y algunos medios, para influir en la opinión pública. Que la Presidenta Bachelet no es médico, que los mapuche provocaron los mega incendios en el sur, que se está gestando un golpe de Estado o que Camila Vallejo tiene un Audi son solo algunas de las historias que se pueden leer. 

Como decía, todo esto va encadenado y eso es lo grave. Porque un país que no entiende lo que lee y que además no tiene una formación cívica básica, es presa fácil de la posverdad, instalada maliciosamente por intolerantes o por quienes defienden banderas que solo generan polarización. Si hasta candidatos e incluso parlamentarios en ejercicio han argumentado discusiones a partir de información publicada en “memes” o sitios web de dudosa reputación, de perfil “patriótico” o “anticorrupción”. 

Si eso hacen nuestros privilegiados políticos, ¿qué se puede esperar del ciudadano de a pie? Muy poco. Ya que estamos en eso, solo que sea cortés, que se eduque lo más que pueda y que respete para que lo respeten, como dice la famosa abogada Ana María Polo, pensando en un ícono televisivo de consumo popular. Porque de cambio cultural, ni hablar. Eso da para una columna mucho más larga y yo, sinceramente, ya perdí la fe. 

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