Nada es lo que parece

Publicado el at 10:36 am
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Salvo dos o tres partidos, pareciera que casi todos los partidos del Mundial de Rusia 2018, son iguales. Equipos que juegan lentamente, que transitan y cuidan demasiado la pelota, con jugadores que carecen de osadía, técnica y ese vértigo de ir al ataque, como sí lo hacía en antaño aquel Brasil del 70, la Argentina del 86 o, más cerca, la España del 2010.

Mario Campos Vinet
Editor

Es ni más ni menos que la globalización del fútbol. Un fenómeno que hace que casi todas las selecciones que han llegado a disputar la Copa del Mundo, presenten jugadores de similares características, técnicamente cuestionables y con entrenadores que en su mayoría prefieren cuidar el puesto y optan por defender su arco en lugar de ir al ataque.

Un Mundial que como chilenos seguimos con tristeza porque el bicampeón de América no está presente, y salvo Uruguay -que ganó en el minuto 89 en la primera fecha de su grupo-, el resto de los sudamericanos tampoco convenció, ni ganó en sus estrenos.

Pero es de esperar que este mundial de partidos “similares” mejore. En plena disputa de la segunda fecha de cada grupo, los equipos que no han ganado van quedando sin margen y tendrán de alguna manera que salir en búsqueda de una victoria para evitar la deshonra de quedar eliminados -como Colombia y Perú- o pisando el borde de la cornisa, como el caso de Brasil y Argentina, eternos candidatos. Pero la presión de responder al cartel siempre tiene sus contras.

Pero esta globalización mundial de la actividad también tiene a la FIFA anunciando para el próximo mundial que harán en conjunto Canadá, México y Estados Unidos, habrá 48 selecciones de fútbol. Esto no significa nada para la Conmebol, que seguiría manteniendo los cuatro cupos y medio (uno por repechaje), salvo que logre una eliminatoria global con equipos de la Concacaf. Es decir, que en el futuro, América tenga una sola clasificatoria y a modo de ejemplo, Chile pueda compartir grupo con Cuba, El Salvador y Ecuador, para que se entienda.

Un sistema que garantizaría mayor calidad a un campeonato mundial, que en el caso de Rusia suma equipos pero no gana en calidad, pues la globalización nos engaña y nos vende como oro dos o tres pases vistosos, un remate de distancia y de repente una gambeta. Pero nada es lo que parece y nada es como antes.

Porque ni Neymar, Fernandinho ni Marcelo son más que Zico, Garrincha o Bebeto, y ni Messi, Agüero y Otamendi, son más que Batistuta, Ardiles o Kempes. Pero la globalización nos vende el negocio, nos encandila y compramos. Pero cuando apagamos la tele, volvemos a darnos cuenta lo lejos que estuvimos de ver esos remates de Sócrates, las jugadas de Pelé, los desbordes de Rivelino y ese gol de Maradona a los ingleses.

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