MI BUENA NOTICIA: “Vivir en la selva fue una experiencia única”

Publicado el at 23/09/2018
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Teresa Césped y su pareja Germán Sotomayor vivieron en Tumupasa, en plena Amazonía boliviana

LIMACHE.- Cuando Teresa Césped Díaz tenía 14 años conoció a quien hoy es su pareja, Germán Sotomayor. Teresa, hoy de 28 años recuerda que se conocieron un día en que ella fue a la feria de la población Juan Egaña y él estaba allí, vendiendo plantas como todos los domingos.

Así comenzaron a conversar y aunque reconoce que las cosas no fueron fáciles, pues él era once años mayor, finalmente terminaron por afianzar una relación que dura hasta el día de hoy.

Con el paso de los años ella fue creciendo y educándose en diversos colegios, como el Pasionista, el de la Santa Cruz y el Liceo Comercial de Quilpué, donde comenzó a estudiar gastronomía. Sin embargo, al tiempo su mamá enfermó de un cáncer a la tiroides, lo que la llevó a interesarse por el ámbito de la salud por lo que ingresó a la carrera de enfermería en la Universidad de Tarapacá en Arica primero y luego pidió el traslado a Iquique ya que entonces Germán trabajaba allá.

En tanto, Germán –quien es hijo de chilenos pero que nació en La Paz, Bolivia- había vivido en la localidad de Tumupasa, ubicada unos 470 kilómetros al norte de La Paz hasta los diez años.

“Germán tiene hermosos recuerdos, vivió una infancia muy simple allá, su experiencia fue tan única que siempre albergaba la idea de volver. Él recuerda que caminaba varios kilómetros para ir al colegio en un lugar que es muy rural, entonces siempre estaba con la idea que fuéramos”, explica Teresa.

Pero a ella no le seducía mucho la idea, pues aun pensaba en la selva como un lugar lleno de peligros y alimañas. “Yo como que no tenía muchas ganas de ir, me asustaba eso, veía en la televisión el Amazonas y me imaginaba la selva con serpientes, pero él me insistía. Y justo en el año 2013, cuando me fui al norte a estudiar, él me dijo ‘vámonos a Bolivia’ y ahí fui la primera vez. Fue una experiencia enriquecedora, salir del país, conocer lugares nuevos, ahora pienso que viajar es una experiencia súper positiva”, reconoce.

Ese año, una vez que llegaron a Tumupasa, se alojaron en la casa de una ex profesora del colegio donde había estudiado Germán. “La profesora era una abuelita y se llamaba Yolita. Y aunque en el año 2010 Germán había comenzado a construirse una cabaña, aun no estaba lista, le costó mucho terminarla, porque debía viajar de tiempo en tiempo para poder ir avanzando en la construcción, así que en el año 2013 aun no estaba habitable”, explica Teresa.

En el año 2014 Teresa volvió a Bolivia y se quedó un año allá. “Fue una experiencia hermosa, tuve oportunidad de conocer, estuvimos viviendo en la cabaña, aunque aun no estaba lista, pero eso no era problema para mí porque me adapté rápido, lo único es que de repente entraban animales a la casa, pero se iban solos, se asustaban con los humanos, así que no había problema. Para mí fue algo muy gratificante y me di cuenta que uno se pone consumista y trabaja para comprar cosas, y no se da cuenta que hay otras cosas importantes en la vida como los recuerdos y las emociones”.

Justamente uno de los recuerdos que ella más atesora es que, la noche antes de volver a Chile, con Germán tuvimos una cena especial a la luz de la luna. “Se veían las estrellas y se escuchaban los grillos y los pájaros nocturnos, fue inolvidable”, asegura.

Posteriormente, a fines del 2015, decidieron volver a irse a la Amazonía boliviana, donde permanecieron hasta abril del 2017, cuando Teresa volvió para continuar sus estudios, esta vez en el área de la gastronomía, que era su sueño de niña.

“Ahora estamos aquí, yo estoy estudiando y Germán trabaja, pero nuestra idea es irnos algún día para allá. Vivir en la selva es mejor de lo que me lo imaginaba, pero es un lugar donde tuve experiencias únicas, por ejemplo teníamos una coatí que era muy inteligente y regalón y que aunque dormía en la selva, llegaba cada mañana a despertarnos dándonos langüetazos. Se llamaba Cuchumama”, recuerda con cariño.

“Yo le diría a la gente que se arriesgue más y se decida a viajar, que junte dinero para pagar experiencia y no cosas materiales”, aconseja esta joven que se atrevió a ir más allá de sus temores.

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