MI BUENA NOTICIA: Le ganó a sus vicios y hoy es un reconocido dirigente vecinal

Publicado el at 07/09/2018
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Luis Rivero estaba sumido en las drogas y el alcohol, pero con voluntad y un poco de suerte cambió su vida para mejor

LA CALERA.- La historia de Luis Rivero Godoy es de aquellas que demuestran cómo la vida da vueltas igual que una tortilla. Es que este calerano, de “tomo y lomo” como asegura él mismo, partió la vida con el pie izquierdo, pero con el devenir del tiempo logró revertir los malos momentos hasta hacer de su vida un ejemplo.

Luis cuenta que aun no terminaba la enseñanza básica en la población El Trigal, cuando las “malas juntas” lo llevaron a conocer el lado más oscuro de la vida. “En esos años existía una fábrica de cáñamo y con los amigos íbamos a sacar droga y con los años empezamos a probar otro tipo de drogas en pastillas, como los psicotrópicos o el neoprén y con el correr de los años empecé con la pasta base y a tomar alcohol también”, cuenta con total honestidad.

Así corrieron los años y Luis, llevado por este mundo de dependencia y adicción solo llegó a cursar el tercero medio antes de abandonar sus estudios. De ahí en adelante, todo fue cuesta abajo: más drogas y más alcohol hasta quedar, literalmente, en la calle.

Corría el año 2003, “yo dormía en la ribera del río, pedía en el centro, dormía en la estación, me juntaba con el ‘Chico Pigmeo’ y el ‘Palio’, fue doloroso lo que viví, pero era la realidad”, recuerda.

Años antes, en 1987, Luis había tenido la oportunidad de conocer el trabajo social, cuando fue invitado por una profesora a colaborar en la organización y realización de una olla común. “Ese año yo ya estaba metido en la droga, pero una profesora -Eugenia Moncada- me invitó a colaborar en una olla común para la gente que trabajaba en el Plan de Empleo Mínimo. Entonces salía a pedir verduras a la Femacal, vendíamos empanadas y con eso comprábamos cosas para cocinarle a la gente”, recuerda. Fue así como el “bichito” del trabajo social se anidó en su espíritu.

“A mi me pareció una labor muy bonita, eso de dar sin recibir nada a cambio, yo lo aprendí de Eugenia y de su papá, que también era una persona con sentido social, incluso recuerdo que a esa olla común le pusimos ‘Nicolás Chahuán’, quien había fallecido poco tiempo antes y fue nuestra manera de rendirle un homenaje”, cuenta Luis.

Motivado por este espíritu social, hace unos 10 años a Luis y a sus amigos del barrio, se les ocurrió limpiar y adecuar un espacio baldío junto al río.

“Los curaítos nos sentábamos a tomar ahí, pero un día fueron a botar escombros y empezamos a esparcirlos para hacer una canchita e hicimos un torneo de futbol; después seguimos con la plaza y aprovechamos unas piedras de cantera que había y me inspiré en Alturas de Macchu Pichu para hacer una especie de escalas y terrazas”, cuenta con entusiasmo.

Fue el destino el que se encargó de poner nuevamente a su amiga Eugenia en el camino y de la mejor de las maneras, pues cierto día la encontró, cuando ella andaba con un equipo de filmación del programa “Frutos del País”. Luis le comentó lo que habían hecho en el barrio y ella llegó con cámaras y micrófonos hasta el lugar, justo cuando se llevaba a cabo un torneo, y lo entrevistaron. “Días después llegaron las autoridades a motivar nuestro trabajo social y un vecino me enseñó a plantar árboles, pero yo seguía con el problema de la adicción y nadie lo sabía”.

El trabajo social en deporte, recreación y medio ambiente que Luis desarrollaba no pasó inadvertido y comenzó a recibir ayudas, pero él seguía sumido en la adicción. Eso, hasta que un día fue multado por beber en la vía pública y debió ir a pagar a la municipalidad. Esa visita marcó el punto de inflexión en su vida, pues allí el entonces alcalde Eduardo Martínez, le ofreció un trabajo en la “muni”. De ahí en más, Luis pudo acceder a los apoyos profesionales que tanto necesitaba para salir de sus vicios y su vida fue remontando, al igual que su talento como dirigente social.

Actualmente Luis cuenta con orgullo que ya lleva cerca de 10 años alejado de las drogas y el alcohol, y hace un par de años sus vecinos le entregaron su confianza y apoyo para convertirlo en el presidente de la Junta de Vecinos N° 19 El Trigal, donde se han podido concretar diversas iniciativas. Incluso, Luis ha solicitado que los jóvenes infractores de la ley cumplan sus penas colaborando con los proyectos de hermoseamiento del lugar.

“Todos tenemos sueños y los míos se hicieron realidad, porque yo también le puse un poquito de voluntad. Yo me siento un ejemplo para otras personas, especialmente los niños, ahora estoy cosechando todo lo positivo que sembré. La gente me retribuye con su cariño y eso para mí es invaluable”, concluye este hombre que tuvo la fuerza para sobreponerse a una realidad difícil de superar.

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