Los costos de hacer cuarentena voluntaria

Publicado el at 4:04 pm
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Gabriel Abarca Armijo
Editor 

“Quédate en casa” era la frase más repetida hace un mes por las autoridades, aunque no todos podían hacerlo ni era una medida tan simple. Sin embargo, en medio de la crisis sanitaria por el Covid-19, la cuarentena voluntaria parecía ser una de las acciones más eficientes y solidarias para prevenir contagios. Eficiente porque evitaba la presencia innecesaria de personas en las calles y solidaria porque nos invitaba a cuidarnos para cuidar al otro.

Pero la situación ha ido cambiando. Primero, por la propia irresponsabilidad de quienes salen de sus hogares sin una razón de vital importancia y, para peor, sin elementos de seguridad. Es cosa de ver como en estos últimos días una mayor cantidad de gente circula sin precauciones por Quillota, La Calera, Limache o La Ligua.

Y segundo, por la actitud negligente del Gobierno, que hizo vista gorda ante la reapertura de los grandes centros comerciales y ha planteado la necesidad de que los niños vuelvan a clases en aras de la “nueva normalidad”. El propio ministro de Salud Jaime Mañalich ha enviado mensajes contradictorios, ya que primero hizo hincapié en que la gente debía retornar a sus trabajos y labores cotidianas para después culpabilizar a las personas por salir a la calle.

A pesar de lo anterior, hay quienes seguimos creyendo que permanecer en casa y salir sólo por lo estrictamente necesario es la mejor forma de mantener a raya al virus. Claro, no todos pueden “darse el lujo” de hacerlo, ya sea por su trabajo o porque no tienen donde pernoctar, tal como sucede con las personas en situación de calle. Esta arista, sin duda, da para otro análisis.

Pero hoy me quiero detener en lo que pasa con quienes sí pueden estar en casa. Puede que durante los primeros días todo pareciera simple o incluso ideal. Sin embargo, con el paso del tiempo la situación se ha tornado tensa. Es que no estamos preparados para estar encerrados. Por lo mismo, se ha vuelto más cotidiano andar de mal humor, tener pequeñas rencillas por cualquier problema e incluso ver afectadas las relaciones interpersonales. ¿Cuántas parejas han discutido más seguido durante estos días? ¿Cuántos padres e hijos no han podido resolver sus diferencias?

Por eso, resulta importante que la preocupación sanitaria no solo sea epidemiológica sino también mental. Hasta el momento, pocas -por no decir nulas- han sido las políticas relacionadas con este tema. Mientras tanto, no queda más que “automedicarnos” con música, libros, series y películas, mientras esperamos que el resto de la comunidad tome conciencia y que el Estado vele por la salud física y mental de todos quienes vivimos en el país.

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