Las palabras que le debía a Eugenio “Queno” Espinoza

Publicado el at 23/07/2018
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Cuando falleció Alberto “Tito” Foullioux muchos colegas se refirieron a la influencia que él tuvo en su decisión de estudiar Periodismo. Eso me hizo reflexionar sobre cómo llegué a esta profesión y quién fue mi referente. Mi familia quería que estudiara Derecho y en el colegio analicé varias carreras. Entonces apareció un personaje fundamental.

Gustavo Rodríguez Catalán
Jefe de Informaciones

Eugenio “Queno” Espinoza era chofer del bus que me llevaba desde Limache al colegio en Quillota. Alto, de buena pinta y hablar pausado, pese a la diferencia de edad, se convirtió en un gran amigo. La clave de ese vínculo fue, cómo no, el fútbol.

Y es que “El Queno” sabía mucho de fútbol. En su juventud había sido arquero y jugó en las inferiores de Wanderers. Él me enseñó a pararme bajo los tres palos, cómo enfrentar un “mano a mano” o por qué el famoso achique del “Loco” Gatti, arrodillado, se llama “La de Dios”.

En 1991 yo tenía 14 años y lo acompañé en su mayor logro deportivo, cuando fue técnico de la Selección Sub-15 de Limache y la situó entre las cuatro mejores de la región, perdiendo la semifinal ante San Felipe. Yo iba a las prácticas, recogía balones, ayudaba en lo que fuera. A veces tomaba fotos y a petición de Eugenio, en los partidos entrevisté a hinchas, pidiendo opiniones sobre el juego del equipo. El propio “Queno” le entregó ese cassette al comunicador Carlos Hernán Vargas, hoy concejal de Olmué, quien me permitió incursionar por primera vez en radio, en su programa “Ritmo y Deportes”, de la desaparecida emisora limachina “Junto a Ti”.

A esa edad, fue una experiencia increíble, que me hizo olvidar para siempre el Derecho y abrazar esta profesión. “El Queno”, que después dirigió la Selección Adulta de Olmué, me oía, me daba consejos y hasta creía que yo podía ser relator. Han pasado 27 años, estudié Periodismo y me he desarrollado en la que, para mí, es una de las labores más hermosas del mundo, junto con la música y la política bien desempeñada.

Ahí hubo otros dos puntos de encuentro con Eugenio. Cantante aficionado, cuando joven participó en festivales. Solíamos hablar de música y me adentró en el mundo del tango, que años antes conocí con mi abuelo. En algún cajón debo tener el cancionero que me prestó y nunca le devolví. En cuanto a la política, fue el primero que me dijo que Augusto Pinochet era un tirano, para sorpresa de este ingenuo púber, criado en el seno de una familia naval. El tiempo, los años de Periodismo en la Universidad de La Frontera en Temuco y los fallos judiciales, me enseñaron cuánta razón tenía.

La última vez que lo vi fue un verano, mientras hacía mi práctica en este diario y él trabajaba en una obra en calle Condell de Limache. No pudo contarme mucho, porque al patrón le molestó verlo conversando, pero lo noté decaído y me dijo que las cosas no iban bien. En marzo volví a la universidad y tiempo después mi madre me llamó para contarme que había fallecido.

Mi reconocimiento agradecido a Eugenio “Queno” Espinoza, gran técnico del fútbol amateur limachino, pero sobre todo, un inolvidable amigo y mentor.

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