La partida de un gran hombre de radio

Publicado el at 09/05/2019
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Roberto Silva Bijit

Cuando una persona está a cargo de una radio, su principal preocupación es que no se “caiga la transmisión”, que la radio esté siempre en el aire, transmitiendo música, noticias y servicios para sus auditores.

Hay muchas razones para que se “caiga” la radio, pero Hugo Arellano Herrera tuvo una causa increíble: un helicóptero de la Armada de Chile le lanzó una bomba a su antena y la acalló, durante la mañana del 11 de septiembre de 1973. Algo increíble pero cierto. Ocurrió con la radio “Latina” de Limache.

Después de ese suceso trágico vinieron puros tiempos malos, Hugo Arellano estuvo preso en un barco en Valparaíso, después fue torturado y finalmente salió al exilio.

Respiró otros aires en Luxenburgo, un pequeño país que lo acogió, del cual estuvo siempre agradecido. Dos de sus hijos se casaron en Europa y allá continuó desarrollando su amor por la familia y por su esposa Yolanda Carvajal, que le sobrevive con la pena de haberlo perdido la semana pasada, después de una larga y hermosa vida juntos. Tenía 93 años y una pasión infinita por la radio.

Durante 20 años sostuvo un juicio con la Armada, que finalmente ganó y debieron reponer su antena y sus equipos destruidos a bombazos. Era un hombre de izquierda, socialista, pero en ningún caso un peligro para nadie, más bien un gran servidor público, por eso la gente de Limache lo había elegido regidor y por eso también se fue en medio del cariño de una comunidad que siempre lo respetó por sus principios y sus valores ciudadanos. Había sido un impulsor de la creación del Festival del Huaso y un vecino comprometido con el desarrollo de nuestra zona.

Lo conocí hace casi 50 años, cuando en 1970 él dirigía el diario “La Unión” y yo me preparaba para fundar “El Observador”. Desde esa vez y para siempre mantuvimos una excelente relación. Era franco y cálido. Directo y afectuoso. De izquierda, no de la boca para afuera, sino del corazón para adentro. Generoso y servicial. Activo y perseverante.

Por todo eso fui a sus emocionantes funerales.

Lo primero que llamó la atención es que a pesar de haberse declarado ateo, tenía a un sacerdote amigo suyo haciendo el responso católico para despedirlo. Se habían conocido en un programa de radio y se habían hecho grandes amigos. Habló mucha gente diciendo cosas muy lindas de su persona. Isabel Allende recordó a su padre visitando Limache para compartir con Hugo y también recordaron que a su último hijo le puso Salvador en honor del Presidente muerto en La Moneda. El alcalde de Limache, Daniel Morales tuvo elogiosas palabras para el pluralismo de la radio y por su trayectoria de servicio a la gente.

El responso fue en su casa, al lado de la radio. Los funerales en el cementerio que está camino a Lliu Lliu. Lo sepultaron en la tierra, mientras Illapu cantaba fuerte “vuelvo, vida vuelvo, a vivir a mi país”. Antes se había escuchado su poema al “Al pie del madero”, que lo escribió como si fuera una conversación con Jesús, donde le pide explicaciones y acepta sus sufrimientos. El mausoleo era una parra, sujeta en un arco. No quería una cruz, quería la señal del vino.

Mucha emoción, muchos recuerdos y esa conformidad que nace cuando uno deja a alguien que la hizo en su vida, que tuvo grandes logros, que ganó el juicio de su dignidad y que mientras pudo, no soltó el micrófono para entregar sus ideas, sus opiniones y su ayuda a los auditores, a toda la gente.

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