La intensidad con que Nicanor Parra amó a varias mujeres

Publicado el at 3:15 pm
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*Foto: Fundación Iberoamericana

Lo conocí en una conferencia que dictó Jorge Luis Borges en la Universidad de Chile en Santiago, donde Parra era profesor de Mecánica Racional. Era un hombre alto, con el pelo largo y ondulado, con un tremendo vozarrón y una risa que se escuchó varias veces en el salón, a partir de algún sarcasmo del escritor argentino.

opinion de funador del diario el observador
Roberto Silva – Fundador de “El Observador”

Fue un gran reformador de los esquemas literarios, generando lo que llamó la antipoesía, una manera simple, directa y profunda de pronunciar algo parecido a unos versos.

Su epitafio lo pinta de cuerpo entero: “Ni muy listo ni tonto de remate/ Fui lo que fui: una mezcla/ De vinagre y aceite de comer/ ¡Un embutido de ángel y bestia!”. Pero parece que ahora dejarán un verso más sencillo sobre su tumba: “Voy y vuelvo”, ese letrerito tantas veces colgado en vitrinas, con el que juega sobre la existencia humana.

Error sería comprarlo por un poeta simple. Libre como el viento: “La izquierda y la derecha unida jamás serán vencidas”. A la Unidad Popular le dijo: “Vencieron, pero no CONvencieron”. “Cuba sí, yankees también”. “Hasta cuándo siguen fregando la cachimba/ yo no soy derechista ni izquierdista/ yo simplemente rompo con todo”.

Pero en su homenaje, para rendirle un tributo a su pasión alborotada por las dulces mujeres, vaya este recuento de esos amores turbulentos que lo entusiasmaron siempre. A los 26 años, (1940) nace su primera hija, Catalina, de su unión con Ana Troncoso, su primera esposa, con la que tendrá tres hijos en una década.

En 1949 Nicanor parte a Inglaterra, para obtener un doctorado en Oxford, donde conoce a una jovencita sueca, Inga Palmen, que estaba de vacaciones. Se enamora perdidamente de ella y se vienen juntos a Chile. Seanula de Anita y vuelve a casarse, pasando una hermosa luna de miel enValdivia. A los cinco años de sostener esa relación, conoce a una joven poetisa sueca, Sun Axelsson, que vino a Chile a entrevistar a Pablo Neruda. Tuvo con ella unos días de amor loco y siguió escribiéndole cartas donde le prometía volver a verla, diciéndole que la necesitaba, que quería volver a sentir su presencia inundadora en su vida.

Fue tanto que Sun volvió a Chile sin avisarle y se dirigió directamente a su casa. Se armó la guerra entre las suecas y Nicanor abandona a su mujer y termina su matrimonio. Se va a vivir con Sun, con la que tiene un amor tan tormentoso, que apenas dura unos cuantos meses. Sus amigos dicen que perdió la cabeza por esta activa muchacha, pero igual la dejó.

A comienzo de los sesenta, con poco menos de 50 años, se construye una pequeña cabaña en una parcela que compró en La Reina y allí llevó a vivir con él a Rosita Muñoz, una muchachita sencilla de ojos grandes, veintitantos años menos. Le da su cuarto hijo, “el Chamaco”. La ama por cerca de ocho años.

Después de leer una entrevista a Nicanor, en 1969, llega a su casa la joven Nuri Tuca, con la que tiene un verdadero shock eléctrico de amor, se separa de Rosita y se queda a vivir en La Reina con Nuri. Gana una beca a Nueva York y se va con ella, que será la madre de sus dos últimos hijos: Colombina y “el Barraco”. A su regreso a Chile las cosas no funcionaron y se queda solo.

Como vivir sin estar amando a una mujer le era imposible, conoce a la que sería una de sus más grandes pasiones, Ana María Molinari. Ella de 30 y él de 65. Ana María era bellísima, expresiva, amorosa. Lo marcó profundamente, inspiró lo mejor de su obra, pero un día lo dejó. Por primera vez una mujer dejaba al antipoeta, lo cual le causó un prolongado dolor, que sufrió en su casa de Conchalí. De ese momento son los versos de la “mujer imaginaria”, que le brindó su “amor imaginario y el mismo dolor y el mismo placer imaginario”.

El último amor que se le conoce -porque hay una larga lista de otras mujeres casi silenciosas que pasaron por su vida- fue también tormentoso y le duró seis años. Ella era una niña delgada y bonita de 20 años, que decide amar a esteviejo poeta de 80 años que es capaz de enamorarla y compartir con ella sucasa de La Reina y Las Cruces, la casa donde quedó sepultado.

Ella, la que lo amó con 60 años de diferencia, Andrea Lodeiro, estuvo convencida que el amor es ese suspiro agitado que une las almas de los seres humanos, cuando la vida los encuentra para que se amen sin freno.

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