La inseguridad de los vecinos hasta para cruzar una calle

Publicado el at 6:11 pm
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Roberto Silva Bijit

Alicia era una abuela joven que el día miércoles de la semana pasada fue a saludar a su nieta que estaba de cumpleaños. Cuando cruzaba la calle, caminando por el paso de cebra en la esquina de Los Copihues con Benjamín Vicuña Mackenna, fue violentamente impactada por un vehículo que se desplazaba a exceso de velocidad, tal como lo hacen y lo siguen haciendo muchos otros vehículos en ese sector de la ciudad.

El golpe del auto contra el cuerpo produjo un ruido muy grande. Los vecinos salieron a la calle a ver qué pasaba. También salió la nieta que se encontró con su abuelita. El cuadro era dramático. La gente comenzó a reclamar. En el último tiempo han atropellado a tres personas y muchas se han salvado de refilón que no las arrollen. Hay poca luz en ese sector de la población 4 de Octubre de Quillota y faltan los lomos de toro que se instalaron en la Santa Teresita, que han evitado muchos accidentes al disminuir la velocidad de los conductores.

Lo trágico es que se trata de un accidente fatal que pudo ser evitado, y eso es lo que ha causado conmoción en los vecinos. No quieren seguir viviendo ese peligro, por eso han hecho manifestaciones en la esquina, han organizado velatones y han pedido la ayuda del municipio para que se resuelva el tema de los lomos de toro.

La inseguridad es una mala compañera para vivir con ella, para tenerla tan cerca. Mientras están en la velatón, los motores rugen en la avenida y los vehículos siguen infringiendo la norma de velocidad fijada para las calles del sector urbano, como sin entender ni asumir la pena y el temor que envuelve a los vecinos.

El tema se repite en muchas otras poblaciones, en muchas otras comunas, donde los automovilistas no respetan las normas de velocidad. La falta de semáforos, la ausencia de lomos de toro, y principalmente, la poca iluminación, contribuyen a agrandar el peligro y permitir que señoras como doña Alicia Bernal, puedan morir de improviso, cruzando una calle por donde corresponde, con el paquete de regalo para su nieta en sus manos, con la idea de vivir un momento lindo que se transforma en una oscuridad insondable.

Ella pertenecía al Jardín del Adulto Mayor de La Cruz, comuna en la que vivía, por eso en la misma noche del accidente llegaron funcionarios de la Municipalidad a prestarle ayuda a la familia, a acompañarlos y ofrecerles su solidaridad y su respaldo. Un lindo gesto que no olvidarán los que vivieron esos días de dolor, porque también estuvieron en su velatorio y hablaron en su funeral, para recordarla y destacarla. Todos estaban vestidos con el uniforme municipal verde-amarillo y a ninguno le importó ni la hora ni el día en que estaban ayudando. Muy bien por el espíritu de esos funcionarios municipales crucinos.

Los funerales dieron lugar a una manifestación de pena y reclamo, de dolor y protesta, en que mucha gente la acompañó para testimoniar su afecto por ella, pero también para expresar su malestar por la permanente falta de seguridad en que viven, por el peligro de algo tan simple como cruzar la calle.

Los vecinos merecen ser escuchados.

Nadie quiere volver a sentir ese sonido sórdido de un vehículo contra un cuerpo. Nadie quiere volver a saber que una abuelita no llegue al cumpleaños de su nieta porque murió atropellada a metros de la casa donde habría fiesta y torta.

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