A 70 años de la hazaña: La asombrosa historia del histórico salto de Alberto Larraguibel

Publicado el at 05/02/2019
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En un día como hoy, 5 de febrero, Chile logró su primer record mundial. La hazaña imbatible que lograron el binomio compuesto por el capitán Alberto Larraguibel y el caballo “Huaso”, ambos de la antigua Escuela de Caballería de Quillota

QUILLOTA.- ¿Se imagina un jinete montando un brioso caballo, que viene galopando por una de nuestras calles y tomando vuelito, salta por encima de un bus?

Eso es más o menos, lo que superó el primer record mundial de la historia de Chile. Fue eso lo que saltó. Fue una hazaña. Han pasado setenta años y todavía estamos invictos, sin que nadie, en ninguna parte del mundo, pueda superar la increíble marca.

Fue exactamente en un día como hoy, 5 de febrero de 1949, cuando en el jardín de saltos del antiguo Regimiento Coraceros de Viña del Mar, (que estaba frente al Mall Marina Arauco) el capitán Alberto Larraguibel Morales, saltando en el caballo “Huaso”, sobrepasó los 2,47 metros en la prueba de Salto Alto del Concurso Hípico Internacional.

Los seis mil asistentes, entre los que se encontraba el propio Presidente de la República, Gabriel González Videla, le tributaron una inolvidable ovación al glorioso binomio, compuesto por un jinete que era teniente de la Escuela de Caballería de Quillota y un caballo fina sangre de padres argentinos, al que le había ido mal en las pistas de los hipódromos.

Se sabe poco del salto a la gloria. La marca y poco más. La mayoría cree que fue una casualidad, cuando en verdad, fue todo un plan de trabajo organizado en Quillota por el mayor Rafael Montti, de la Escuela de Equitación del Ejército. Tres años antes, en 1946, decidió que Chile sería Campeón Mundial en Salto Alto. Para llevar a cabo su plan, eligió a los tenientes Alberto Larraguibel y Luis Riquelme, excelentes jinetes de la Escuela de Caballería de San Isidro. También eligió dos caballos que tuvieran características de campeones: “Huaso” que era atrevido y “Chileno” que era corajudo. En esta lista no podemos dejar fuera el ordenanza de Larraguibel, el soldado Julio González, que le brindó afectos y alegrías al caballo “Huaso”, al que cuidaba como si fuera su hijo.

El salto mismo es una historia fantástica, por la forma en que se preparan y la manera que se complementan jinete y caballo. Cada jinete tuvo con su caballo tres oportunidades. Riquelme perdió las tres. Larraguibel perdió las dos primeras y le quedaba solo una oportunidad para ingresar a la gloria. El capitán estaba parado ante la historia. Tenía 30 años y una vida en el mundo ecuestre.

Larraguibel cuenta el salto: “Esta es nuestra última oportunidad, Ahora o nunca, le dije a Huaso. Tomé el galope, hice la vuelta para iniciar el avance, oí el ya del mayor Montti, me uní a Huaso para hacer coincidir sus batidas (cada aire de galope) con el pique, avancé y comencé a impulsarlo cediendo con las manos las riendas. Huaso picó justo en el momento donde me lo había fijado para hacerlo, y en un accionar mágico de elasticidad, potencia, decisión y armonía, voló por el aire, salvando el obstáculo con cero falta. Por mi parte, fue como lanzar el corazón al otro lado del salto e ir a rescatarlo”.

Larraguibel explicaba que saltó más alto todavía, ya que al saltar por el costado de la valla, superó los 2,52 y no los 2,47 que midieron al centro de la valla, donde la vara de eucalipto de 7,30 metros está arqueada. En todo caso hay que pensar que en el momento del salto, los ojos del teniente iban por sobre los cuatro metros y de allí al suelo, en una caída limpia, directa.

Cuando el caballo pone sus delanteras a tierra, pareciera que conectara los imaginarios parlantes del campo de salto, porque los asistentes pasan de un devoto y nervioso silencio, a una aplauso eufórico, con vítores y canto, mientras los oficiales que estaban al otro lado del obstáculo, levantaron en andas al jinete para ponerlo en el sitial mundial, del cual hasta hoy nadie lo ha podido bajar.

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