Hace falta un pequeño paso 

Publicado el at 11:01 am
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Bien sabido es que el cambio climático está transformando el mundo y que sus efectos son cada vez más percibidos en cosas concretas que tienen que ver con nuestra sobrevivencia. Hace poco agricultores de las provincias de Quillota y Marga Marga, pidieron que se tomaran medidas que ayuden a paliar el déficit de agua, pues lo que se logró acumular en el invierno de 2017 ya se acabó y no hay agua para los cultivos, y cada vez es más posible que comience a escasear para el consumo humano. 

Melania Melis Jiménez
Periodista

La falta de agua es un problema latente, sin embargo, al parecer no es suficiente con saberlo. Hace falta un paso entre tener conocimiento del problema y hacer conciencia asumiendo la responsabilidad de que esta situación está siendo creada por nosotros como sociedad, y de nosotros solamente depende revertirla. 

El progreso y la modernidad realmente pareciera que han adormecido una parte esencial de la humanidad. Cuántas personas se preocupan más por tener celulares más modernos que por cuestionarse por qué hemos llegado a estados medioambientales alarmantes que amenazan constantemente la vida humana, y a su paso, la vida de tanta flora y fauna que ha estado aquí mucho antes que nosotros. 

Es verdad que explotamos la tierra desmedida y tristemente para satisfacer las voluntades de unos pocos. Se lanzan programas de fomento agrícola con miras a las exportaciones, para ampliar la producción y abrirse paso a nuevos mercados, y además con perspectivas a futuro de seguir sumando hectáreas para cultivo, en donde si bien hay una preocupación por la utilización del agua, son recursos que se invierten para generar más productos de exportación, no para consumo local, es decir, se utilizan miles y miles de litros en regar paltos mientras los pequeños agricultores quedan sin agua, mientras el agua de consumo cotidiano se está agotando. Además, hay que considerar que los sectores de grandes cultivos son sectores donde antes había vegetación nativa, la que además de necesitar menos agua, ayuda a mantener el ecosistema propio del lugar, es decir, el ciclo climático en equilibrio. 

Y esta es sólo una pequeña arista de la intervención humana poco sustentable y amigable con el entorno que realizamos cotidiana y normalizadamente, pero que sin embargo, alcanza para reflexionar sobre lo mucho que nos falta como seres para entender que ningún mercado internacional, ningún campo de cultivo gigante, ninguna grandiosa producción nos va a salvar de esta emergencia real. 

Ideas, inventos e iniciativas que apuntan a dar soluciones hay muchas, sólo hace falta ese pequeño paso de conciencia que nos permita comenzar a hacernos cargo y generar el cambio. 

 

 

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