Falleció Juan Álvarez, el heladero más antiguo de La Calera

Publicado el at 4:55 pm
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Conozca la historia de este reconocido vecino que se ganó el cariño de los caleranos

LA CALERA.- ¿Quién no le compró helados al famoso `Malacate´, `Pete`lado o `El Chicharrita´, como le llamaban? Un calerano famoso, además por llevar en su bicicleta un verdadero kiosco a cuestas. Suflés, confites, helados, golosinas, cigarros sueltos, todo era transportado por Juan Álvarez para llegar a las canchas del barrio, a los desfiles, afuera de los colegios y a todo tipo de actividades que le significaran unas “luquitas” para su negocio.

Durante 65 años, Juan se dedicó a este rubro, desde el tiempo en que la comuna se resumía  a una parte del centro, cuando las calles eran aun de tierra y pasaba una acequia por J.J. Pérez, el estadio Nicolás Chahuán estaba recién construido, el cine Sicem en todo su esplendor, y aun se veía gente transportarse a caballo. En ese escenario, él ya recorría la ciudad ofreciendo refrescantes paletas, galletas y confites.

Esto porque su padre lo llevó a trabajar con él desde que tenía 8 años, en 1954. En ese entonces, su padre Juan de Dios Álvarez, el famoso “Malacate”, era conocido en la ciudad por su trabajo de comerciante y por llevar el primer reloj de oro que se veía en la comuna.

En la década del setenta, “El Chicharrita” emprendió un nuevo rubro. Construyó un carrito con forma de barco que le llamó “La Esmeralda”, donde vendía  maní tostado que calentaba con leña. “Hacían filas para comprar, -cuenta a “El Observador” su sobrino, el locutor radial Juan Guillermo Méndez- en una oportunidad pusieron un palo muy grande al fuego y se comenzó a incendiar el barco. Hasta en los medios locales titularon “Se quema La Esmeralda en La Calera”.

Alejado siempre del trago, del cigarro o la droga, el conocido locutor cuenta que su debilidad eran las mujeres “A pesar de que era feo y no sabía leer ni escribir, tenía éxito con las mujeres, quizás por su forma de ser, bueno, generoso, honesto y trabajador. Era el feo que traía algo”, cuenta entre risas. Quizás por esta razón nunca quiso comprometerse y hasta el último de sus días prefirió vivir solo.

IRREVERSIBLE

Hace aproximadamente dos meses, Juan Álvarez se había desmayado en una cancha, siendo ayudado por la misma  gente que estaba viendo el partido. Era al parecer uno de los primeros síntomas de lo que vendría después, ya que hace dos semanas, mientras trabajaba en la feria, se volvió a desmayar. Los locatarios, quienes lo conocían por muchos años, lo auxiliaron y llamaron a su hijo y a la ambulancia.

“Me lo llevé de inmediato al hospital de La Calera – cuenta su hijo Juan Carlos- donde le diagnosticaron una infección urinaria, estuvo ocho días así y como no mejoraba, lo mandaron a hacerse un escáner. El examen salió malo y lo trasladamos al Gustavo Fricke  donde le detectaron una hemorragia y accidente vascular. El médico nos dijo que ya no había nada que hacer asique lo devolvieron a Quillota”, dijo.

El pasado jueves 14, a las 11 de la noche, su hijo fue informado que Juan Álvarez había fallecido. “Fue un impacto para nosotros, él no tenía problemas de salud. De hecho, el mismo decía que `el día que me lleves al hospital me sacarás en un cajón´ y así fue. Mi padre a pesar de lo poco que tenía entregaba lo que más podía, era alegre, nunca se enojaba, humilde y aguerrido trabajaba de lunes a lunes, con lo poco y nada me dio educación y me instó a seguir mis sueños”, contó.

Juan Álvarez fue velado en la bodega calerana donde al lado de su féretro estaba su bicicleta, su “chicharra” y la radio que siempre escuchaba a todo volumen. Llegaron decenas de feriantes, representantes de la Asociación de Futbol de La Calera, amigos y familiares. Fue sepultado en el cementerio municipal donde se le rindió un sentido homenaje.

 

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