“El Tato” lleva 40 años recorriendo San Felipe en su carreta llena de ripio, arena y escombros

Publicado el at 10:53 pm
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Pocos saben que su nombre es Luis Fernández Cádiz y que sus yeguas y perrita que lo acompañan, se llaman “Almendra”, “Muñeca” y “Niña”

SAN FELIPE.- Sagradamente a las nueve de la mañana, Luis Fernando Cádiz Cortés, de 64 años, alista el carretón y su par de yeguas para comenzar un nuevo día de trabajo. Su labor consiste en fletar arena, ripio y hasta escombros que vecinos que edifican, modifican o reparan sus casas.

Más conocido como “El Tato”, cuenta que comenzó en este oficio cuando compró su primer caballo, por el que pagó cien mil pesos en esos tiempos. Desde ese momento han pasado más de 40 años, tiempo suficiente para que sus servicios se hayan vuelto populares entre los sanfelipeños. Tanto así, que su teléfono no para de sonar.

Pero no sólo la compra de su primer animal lo llevó a decidir por este trabajo; también lo fue el haber pasado largos años como obrero de la construcción. Hasta que un día decidió independizarse e inició su propio negocio como removedor de escombros.

Sin horarios que pudieran agobiarlo ni reglas que le impidieran ser libre, Luis Fernando Cádiz, quien es nacido y criado en el sector Tres Esquinas, supo ganarse la vida de una manera distinta sin dejar de hacer lo que más le gustaba: compartir con sus animales.

“Antes trabajaban otros viejitos en lo mismo y así se me ocurrió hacer esto”, comenta este famoso personaje de San Felipe, a quien muy pocos conocen por su nombre real.

Pasado el tiempo, “El Tato” pasó de tener un solo caballo a comprar varios, con los que se ayudó para tirar su carreta y así movilizarse cuando lo llamaban por sus servicios. Hoy, son dos yeguas mansas sus fieles compañeras, “Almendra” y “Muñeca”, las que lo trasladan a cualquier lugar. Con ellas ha ido ha llegado a recorrer largos trayectos desde el sector ribereño a la población El Señorial, a La Troya y El Almendral.

Luis asegura que a las personas les llama la atención verlo pasar en carreta con las dos yeguas, como también ver a sus animales “estacionados” afuera de las casas de donde saca escombros o va a dejar ripio.

EXCELENTE SERVICIO

Pero más allá que llame la atención ver a un hombre con una carreta, dos yeguas y una perra pasar por las poblaciones, el trabajo que realiza “El Tato” ha sido muy valorado por aquellos que lo han necesitado.

Sin ir más lejos, un vecino de Villa El Carmen, Víctor Pastén, quien es artesano en calzado y siempre contrata a Luis para sacar escombros de su casa, puede dar fe de la buena voluntad y del excelente trabajo que este hombre hace.

“Acá en el sector es muy conocido el hombre, en todas partes. Yo personalmente siempre llamo a don Luis, es muy amigo mío el hombre, muy buena persona y hace un buen trabajo”, comenta Pastén, quien se ha convertido en su casero.

Asegura que incluso hay veces que hace más de lo que le piden: “cuando estoy haciendo algún trabajo en la casa me trae arena, ripio, materiales y un montón de cosas más. Es bien atento”, reconoce y cree que el precio que cobra Luis –que oscila entre los 15 y 20 mil pesos, dependiendo de lo que se tenga que hacer– es un valor justo para lo que hace.

Y como si fuera poco, sacar escombros y trasladar arena o ripio no es todo lo que hace este ya reconocido personaje de San Felipe, pues también tiene una gran habilidad para podar árboles, trabajo para el que también suelen llamarlo.

Como él mismo comenta, “el negocio que yo tengo es de boca a boca no más, la gente se va pasando mi celular y me llama”. Eso sí, cabe destacar que él trabaja desde las nueve de la mañana hasta las 12 o 13 horas, pues las tardes se las dedica a su familia y a ver a sus animales.

COMPAÑERA FIEL

Pero sus dos yeguas no son las únicas que acompañan a este esforzado trabajador durante su jornada laboral, pues hay una tercera compañera que se sube a la carreta incluso antes que él. Se trata de “La Niña”, una pequeña perrita café con blanco que lleva siete años junto a su amo.

“Me la dieron chiquitita y yo la acogí. Antes eran dos, El Niño y La Niña, pero el otro se murió. A la hora que pongo el carretón para moverme, ella ya está lista”, cuenta el hombre. “Le encanta estar ahí, sube y baja lo más bien, es que son tantos años acompañándome, que la perra se acostumbró a andar en carreta”, afirma.

Y así como Luis, “La Niña” también es reconocida en San Felipe y tiene sus admiradores, quienes se acercan a mirarla cuando ella está sobre el carretón, echada sobre los escombros mientras su dueño trabaja.

Es tanto el cariño que le tienen a esta perrita que algunos clientes hasta le han guardado comida por semanas, esperando que su amo vuelva una próxima vez para pasársela.

Cuando el trabajo ya termina, Luis, “La Niña”, “Almendra” y “Muñeca”, comienzan el viaje de vuelta a casa. El hombre, con su característica chupalla de sombrero, vuelve a recorrer las calles de San Felipe robando las miradas de peatones y automovilistas, quienes sienten una sensación de volver al pasado. Una postal que, según “El Tato”, se mantendrá “hasta que ya no tengas fuerzas”, dice.

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