Demandas justas, violencia injusta

Publicado el at 7:04 pm
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Roberto Silva Bijit

El estallido social que estamos viviendo puede tener muchas causas, pero la principal es la evidente desigualdad que deben soportar grandes grupos de nuestra sociedad.

Los encargados de corregir esa desigualdad son los políticos: el Presidente de la República, los ministros, los senadores y los diputados, porque son ellos los encargados de diseñar y ejecutar las políticas públicas que impidan estas odiosas desigualdades.

Son responsables todos los políticos de todos los partidos y tendencias. Ellos andan haciéndose zancadillas entre gobierno y oposición, olvidándose que tienen que unirse para derrotar a las desigualdades, que son las que verdaderamente nos dividen.

No solo este gobierno, sino todos los gobiernos desde el retorno de la democracia hasta hoy han sido responsables, porque se quedaron cómodos con la economía de libre mercado, sin ajustarla a las nuevas condiciones de la sociedad chilena. Creyeron que el libre consumo era todo en la vida, y nos hicieron pasar de ciudadanos a consumidores.

Nuestros políticos han pecado de sordos.

Nuestros políticos no tienen apuro en legislar, a no ser que sea para sus propios intereses.

¿Quién podría tener apuro si reciben ocho millones de pesos al mes y viven una vida ajena a todos los trajines del pueblo? ¿Cuál fue la última vez que uno de ellos anduvo en micro?

Nuestros políticos están dormidos, o mejor dicho, adormecidos por una vida cómoda, peleándose por las candidaturas, sosteniendo luchas internas en los propios partidos, reformas urgentes para modificar la ley y poder postularse un mes antes de la elección y seguir ganando el sueldo, jugando a quién hace mejores declaraciones por Twitter, mezclándose con el mundo de la farándula y viviendo una vida que asombra y llena de rabia a sus electores.

Esta crisis no es un problema económico sino un claro problema político. Chile tiene una economía robusta, pero una política desnutrida, con pensadores raquíticos, que no pueden programar a futuro, que solo miran su pequeño presente en el que ellos son protagonistas.

Chile debe pensarse entre todos los sectores y a largo plazo, afrontando las grandes desigualdades económicas, sociales y culturales de nuestra sociedad.

Esta es una lista de desigualdades:

Elevadísimos precios en los medicamentos debido a los acuerdos entre las cadenas de farmacias y los laboratorios; abusivas isapres haciendo discriminaciones de género, alzando unilateralmente el valor de los planes y obligando a miles de juicios de los afectados en los tribunales, además de la cruel preexistencia; aumentos en los pasajes para el sistema de transporte público; cambio en las condiciones de educación universitaria gratuita; alzas en las tarifas de agua y luz; mala atención en la salud pública, listas de espera infinitas, falta de medicamentos y angustia por el avance de una enfermedad que en una clínica privada la frenarían de inmediato; falta de legislación para detener a la delincuencia que sigue asolando a las familias; AFP que pagan pensiones de miseria mientras ellas tienen millonarias utilidades que usan para seguir haciendo negocios, logrando que una persona jubile con menos de un tercio de lo que ganaba estando activo.

Y como telón de fondo a toda esta desigualdad los chilenos vemos con impaciencia mucha impunidad y mucha corrupción. Colusión de farmacias y papeleras; malversaciones en el Ejército y Carabineros; pudrición en la Iglesia Católica y la Iglesia Evangélica; políticos de todos los colores imputados por diversos tipos de fraudes, hasta porque les pagaron las empresas para que escribieran la ley conforme a sus pequeños intereses; coimas increíbles en la dirigencia del fútbol; corrupción en las cortes de justicia, con ministros acusadores que ahora son acusados.

Un Chile que no nos gusta. Un Chile que no queremos. Por eso hay quienes demandan un país mejor, más justo, menos desigual, menos acosado por el vil billete.

El Presidente de la República está desconcertado. Ninguna de sus intervenciones ha dado en el clavo. Solo lo del pasaje en el metro para los santiaguinos. Tan lento anda, que habilitó toque de queda en Santiago y HORAS DESPUÉS dio espacio para el toque de queda en regiones. ¿No tenía información de los saqueos e incendios que estaban ocurriendo en la Quinta y Octava región? Dijo que estamos en guerra y el Jefe de Plaza dijo que no estaba en guerra con nadie. Hay que ubicarse Presidente.

Salga a la tele Presidente y hable claro de cómo cambiará las condiciones del país para desarmar la desigualdad. Demuestre que tiene planes diseñados, que puede buscar soluciones, ya que aunque no tenga mayoría en el Congreso, puede hacerle ver a la ciudadanía que tiene voluntad de cambios, que escuchó a la gente, que más allá de la mesa de diálogo y esas cosas dilatorias, que Usted cree que puede impulsar cambios AHORA YA.

Todos entendemos que no se trata de su gobierno, sino de todos los últimos gobiernos que son los responsables de este estallido social. El Ejecutivo debe coordinar a todos los sectores políticos para demostrar que están escuchando a la gente. Y pedirle disculpas por no haberla escuchado antes. Y sin olvidarse de convocar a las organizaciones sociales porque no tiene sentido discutir Chile solo con los partidos políticos, que agrupan a menos de 5% de los votantes. Sinceremos la realidad. Somos más lo que tenemos que opinar y juntarnos para procurar cambios estructurales, que mejoren las condiciones actuales, que emparejen la cancha.

Nada peor que la violencia.

Todos condenamos la violencia salvaje, injusta, irracional. Todos condenamos los saqueos y los incendios, pero todo eso no nos puede cerrar los ojos como para no darnos cuenta que hace rato la gente se viene manifestando para sacudirse de las desigualdades (marchas no más AFP, por ejemplo) y en estos días oscuros, también ha habido miles de chilenos que se han expresado en forma pacífica. Los que salieron ayer lo hicieron a pesar de las crisis y el miedo que había en el ambiente de las dos últimas noches, para demostrar que el tema central son las desigualdades y no el pillaje. Ellos son miles de miles que no atacan a nadie, que solo quieren hacerse oír en este país de autoridades sordas. Y los saqueadores -ya lo sabemos- son apenas unos cientos, que si bien hacen un inmenso daño, no representan lo que está pasando en Chile.

La tarea pendiente es muy clara para los políticos: buscar acuerdos nacionales y proponer medidas concretas para cambiar las desigualdades por oportunidades para todos. Si siguen sordos y ciegos (¡nunca mudos!) todo este estallido social que hemos vivido, en vez de calmarse, volverá a crecer de manera aún más impredecible.

Condenar a los que demandan un Chile más justo (y de paso confundirlos con los saqueadores) es no haber entendido nada.

Señores políticos basta de yo y yo y yo, ahora necesitamos un nosotros.

 

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