Condena transversal a la violencia

Publicado el at 5:58 pm
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Roberto Silva Bijit

La violencia como forma de expresarse ha sido condenada por toda la sociedad chilena, en esta hora de acuerdos para poder avanzar hacia un Chile más justo.

Una cosa es aceptar las demandas sociales como justas y otra muy distinta es promover la violencia poniendo las demandas como escudo de destrucción, saqueos e incendios.

Después de un mes de vivir en un país plagado de temores e incertidumbres, las familias comienzan a ver con esperanza los acuerdos de la clase política, a mirar con optimismo hacia el futuro, pensando que podrían venir días mejores, con mayor tranquilidad como para que la vida vuelva a sus cauces normales, los estudiantes a sus salas de clases, las oficinas y los negocios a sus horarios habituales, la gente volver a salir de noche, la movilización a sus horarios de siempre.

Ese ritmo de vida normal es lo que más le hace falta a nuestras comunidades, para que se vuelva a imponer el respeto y el orden, para que desechemos el caos de nuestra convivencia y podamos volver a caminar libremente por nuestras calles y transitar sin obstáculos por nuestras carreteras.

El acuerdo histórico al que han llegado las fuerzas políticas significa un paso adelante que debemos garantizar con acciones concretas para que no tengamos que devolvernos. Ahora es el tiempo de seguir avanzando en mayores acuerdos sobre educación y salud, sobre pensiones y sueldos mínimos, sobre transporte y medicamentos, y sobre tantas cosas más.

El gran acuerdo también implica asegurar la gobernabilidad de Chile, para impedir que los desacuerdos conlleven a la interrupción de un período donde hay autoridades elegidas democráticamente. Nada peor para la democracia que generar situaciones de excepción, donde ni la legalidad ni las instituciones pueden funcionar normalmente. Mientras más alejados estemos de perder el timón, más pronto llegaremos a puerto seguro.

Del caos y la incertidumbre surgen también los populistas, que sacando partido de la situación podrían obtener un poder que nunca debieran tener. El mundo está lleno de fracasos populistas, donde se aumenta la desigualdad y se desordena la institucionalidad.

Entre las tantas cosas sobre las que debemos reflexionar en estas horas inciertas es en la pérdida del orden, la incapacidad de nuestros sistemas policiales o de seguridad para garantizarles a los ciudadanos sus derechos y sus deberes. Sin ningún problema plantean que han sido “sobrepasadas”, es decir, pasadas por arriba, dejándolas sin capacidad de acción para ejercer el control del orden.

Debemos avanzar hacia un tiempo de paz y justicia, hacia un tiempo de reconstrucción no solo de los daños materiales, sino principalmente de los inmensos daños morales que dejó el caos.

Apaciguar los espíritus de los descontentos e indignados es posible a través de acciones destinadas a disminuir la desigualdad, pero calmar a los vándalos y a los saqueadores es otra tarea, mucho más compleja, para la cual nuestra sociedad debe buscar las formas de autodefenderse.

Condenemos la violencia, alegrémonos de los acuerdos y esperemos que los que legislan sigan trabajando en esa agenda social a la cual todavía le falta mucho.

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