A canalizar la pena

Publicado el at 18/10/2017
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Gabriel Abarca Armijo Periodista

Estoy devastado. Aún lo estoy y no lo puedo evitar. La derrota de Chile y en consecuencia, su eliminación del mundial, dejó una extraña sensación de pena que para muchos podría ser exagerada. Es solo fútbol, dirán los que no entienden lo que es la pasión. Esta es irracional y escapa de las lógicas establecidas, por lo que justamente, esta pena no se puede explicar.

Eso sí, tampoco es el fin del mundo y no hay que ser fatalistas. Sería una falta de respeto sufrir por algo así cuando hay personas que día a día viven un calvario luchando contra graves enfermedades, elevadas deudas o incluso, una desilusión amorosa. Siento que, de una u otra forma, la rabia o tristeza que muchos sentimos se debe canalizar hacia otros rumbos.

Que cuando sepamos los resultados de las elecciones, tengamos la sensación de deber cumplido y no la pena de haber quedado excluidos, tal como le pasó a Chile con el mundial”.

Es común una frase que dice “un país que le exige más a un futbolista que a un político está condenado a la mediocridad”. Pues bien, tal vez es tiempo de dar vuelta la página deportiva y centrar la mirada en las próximas elecciones, que definirán el destino del país. Presidente, senadores, diputados y consejeros regionales serán elegidos por el voto popular y no es menor, considerando que cada uno de estos puestos son de vital importancia.

Por ende, siento que la misma pasión que muchos depositamos en el fútbol debe traspasarse a la política. No es necesario ser miembro de un partido, va más allá. Es sentido común, sentido país. Muchas veces la gente se queja porque gobiernan los mismos de siempre, pero el problema pasa porque votan los mismos de siempre.

Asimismo, pareciera que es fácil engañar a una sociedad con un discurso bonito y bien armado o incluso las famosas “cajas de mercadería” que aparecen justamente en estos días. Si tenemos una política mediocre es porque hemos dejado que los mediocres nos gobiernen, en todas las esferas.

Necesitamos ser una sociedad empoderada, que vele por sus propios derechos.  No seamos negligentes y cumplamos con lo mínimo, no dejemos que otros decidan por nosotros. Que cuando sepamos los resultados de las elecciones, tengamos la sensación de deber cumplido y no la pena de haber quedado excluidos, tal como le pasó a Chile con el mundial.

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